Familia: La Base del Verdadero Éxito

 

La familia es el regalo más preciado que Dios nos ha dado. El primer ministerio confiado al hombre no fue predicar a las naciones ni estar en grandes escenarios interpretando canciones, sino cuidar y edificar un hogar.

Cuando el Señor creó a Adán, la primera necesidad que suplió fue la de darle compañía:
“No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.”
(Génesis 2:18).

Nuestro Padre Celestial sabía que Adán necesitaba a Eva para avanzar en el propósito. Allí comienza el primer paso hacia el verdadero éxito: elegir sabiamente a la persona con quien compartir la vida, alguien que ame a Dios y crea en la visión que hemos recibido.

Hace unos años leí El pacto matrimonial de Derek Prince, donde afirma que hay dos decisiones cruciales en la vida: aceptar a Cristo en el corazón y elegir con quién casarse. Estoy totalmente de acuerdo. Conocer a Dios y escoger bien a nuestra pareja son pasos fundamentales para tener una vida plena. Muchos han sufrido tormentas por no elegir bien.

Por eso, a los jóvenes que viven en ansiedad por su futuro les diría: ora desde ya por la familia que deseas construir. El matrimonio no se improvisa; se prepara con oración, discernimiento y obediencia.

Tiempo de calidad, no de sobra

Una vez formado el matrimonio, debemos invertir tiempo en la familia. Y no cualquier tiempo, sino tiempo de calidad. La esposa debe ser nuestro equipo, nuestra compañera en la visión.

Cuando estudio la vida de personas exitosas, encuentro un patrón en común: la comunicación, el respeto y el caminar junto a la familia.

En mi caso, me encanta trabajar con mi esposa, Roselly. Ella es parte de todos mis proyectos y decisiones. Vamos juntos a todas partes; si me invitan a un evento, ella me acompaña, porque somos uno. Somos un equipo.

Ahora, con gran alegría, Dios nos ha bendecido con nuestra princesa, Roseanth Elizabeth. Desde ya le hablo con la Palabra, le profetizo vida y propósito, y le escribí una carta para recordarle siempre que es amada y que agradecemos profundamente el regalo de su existencia.

El enemigo del hogar

Hoy en día, muchos padres cambian un puesto de trabajo por el privilegio de pasar tiempo con sus hijos. Otros, lamentablemente, son padres ausentes porque valoran más una reunión que un abrazo.

El enemigo sabe esto y una de sus armas más sutiles es llenarnos de ocupaciones infructuosas para robarnos el tiempo que deberíamos dedicar a quienes más amamos. La rutina, el exceso de trabajo y la falta de conexión emocional van apagando la pasión en el matrimonio y enfriando el vínculo con los hijos.

Guardar nuestra viña

Debemos cuidar lo que Dios nos dio. El verdadero éxito comienza en casa:

  • Desarrollando relaciones sanas.
  • Proveyendo y supliendo las necesidades del hogar.
  • Orando con fervor por nuestra familia.
  • Ejercitando nuestro rol de padres y sacerdotes del hogar.

No podemos descuidar ni por un instante este privilegio. De lo contrario, podemos terminar como quien se lamenta en Cantares 1:6:
“Me pusieron a guardar las viñas;
Y mi viña, que era mía, no guardé.”

El éxito empieza en nuestro hogar. Allí está el fundamento de toda verdadera prosperidad y trascendencia.

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