La juventud dominicana tiene talento y energía, pero demasiadas veces se topa con puertas cerradas.
La salida no siempre es esperar “el puesto”, sino emprender con propósito, convertir talentos en soluciones
y crear las oportunidades que el sistema no ofrece.
Otros jóvenes sí han logrado terminar sus estudios universitarios, pero se enfrentan al difícil panorama de la falta de vacantes. En muchos casos, para obtener un empleo se les exige una carta o recomendación de un político, aun cuando poseen las destrezas y habilidades necesarias para desempeñar sus funciones con excelencia. Esta realidad duele y desanima, porque el mérito y la capacidad deberían ser suficientes para abrir puertas.
Conozco jóvenes que, aun con empleo, devengan salarios que no superan los 30,000 pesos dominicanos. Ingresos que no les alcanzan para tener una vida digna, pues la canasta familiar está muy por encima de esa cifra, sin contar el pago de la electricidad, el teléfono o el internet. Otros, con salarios entre 15,000 y 20,000 pesos mensuales, se han dejado arrastrar por el mal uso de las tarjetas de crédito. Ven en ellas una oportunidad inmediata, pero terminan endeudados, sin educación financiera ni proyección de futuro.
Recientemente, una joven me confesó que todo lo que ganaba en la quincena lo utilizaba para pagar su tarjeta de crédito. No compraba alimentos, ni libros, ni invertía en su formación. Solo pagaba deudas. Me entristeció profundamente escucharla, porque refleja una realidad común: la falta de visión, de propósito y de planificación.
Cuando el sistema no abre puertas, el talento y la disciplina deben construirlas.
Me preocupa la dirección que lleva nuestra sociedad, pero aún más, la ausencia de visión emprendedora en la juventud. Muchos han enterrado sus talentos y se han conformado con esperar que el sistema los sostenga. Falta autonomía, determinación y la valentía de crear sus propias oportunidades.
De espectadores a creadores
Creo firmemente que debe levantarse una generación que emprenda, lea, se cultive, no se detenga, brille y sea excelente. No puedo entender cómo un joven que domina el inglés no está generando ingresos ofreciendo tutorías, clases en línea o creando comunidades educativas en plataformas como WhatsApp. Tampoco comprendo cómo quienes estudiaron contabilidad o comunicación se conforman con un salario mínimo, cuando pueden emprender un medio informativo digital, un canal o brindar servicios profesionales por cuenta propia.
Qué puede hacer un joven hoy
- Monetiza tu conocimiento: tutorías de inglés, clases de oratoria/comunicación, gestión de redes para negocios locales.
- Servicios profesionales “freelance”: contabilidad básica para PYMES, redacción y edición, locución, diseño de flyers.
- Medio digital propio: página informativa local, boletín semanal, canal de entrevistas a emprendedores de tu comunidad.
- Educación financiera: elimina deudas tóxicas, crea un fondo de emergencia y reinvierte en herramientas de trabajo.
- Redes de colaboración: iglesias, universidades y asociaciones pueden ser incubadoras de proyectos productivos.
Políticas que necesitamos
Urge que desde las iglesias, las escuelas y el Estado se impulsen programas de orientación, capacitación y aceleración de emprendimientos, en lugar de políticas de asistencia que perpetúan la dependencia. El objetivo debe ser un país más productivo, innovador y competitivo.
La juventud dominicana tiene talento, creatividad y energía. Solo necesita visión, guía y fe para descubrir que emprender es la verdadera alternativa para transformar su futuro y el de la nación.
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