Esperanza contra esperanza

Esperanza contra esperanza

Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.
Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también
poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia.

(Romanos 4:18)

«En Dios mi esperanza fundo, y no hay poder en el mundo contra aquel que en Dios confía».
— Juan Ruíz de Alarcón

Abraham es considerado el padre de la fe, pero este no es un título decorativo. Tener fe no es un atributo para lucirse,
sino un fruto del Espíritu para manifestar una actitud correcta conforme a lo establecido por Dios en medio del caos, de los
problemas, de la enfermedad, del dolor y de los ataques. La fe es ver que Dios está obrando aun cuando lo que estamos viviendo sea desesperante.

En el pasaje con el que inicié esta reflexión se muestra el ejemplo de fe de Abraham, y quiero que leamos algunos detalles con un poco más de detenimiento:

1. Abraham creyó en esperanza contra esperanza

Cuando Abraham recibió la promesa de ser padre de mucha gente, no estaba en las mejores condiciones físicas o médicas para engendrar.
Humanamente estaba descalificado. Pero, sin importar las condiciones, decidió creerle a Dios como un niño. ¿Por qué? Porque era el mismo Dios
quien se lo había prometido. Abraham lo conocía, sabía que no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse.

Algo que me gusta de Abraham es que cuando Dios le hablaba, no buscaba segunda ni tercera opinión.
Cuando recibía una palabra no andaba buscando la aprobación de la gente, ni mucho menos iba detrás de profetas para asegurar lo que Dios le había dicho.
Este hombre sencillamente le creía a Dios.

Abraham creyó en esperanza contra esperanza porque su fe era contraria a lo que él veía físicamente, aun cuando no había motivos para tener esperanza.
Rompió toda atadura mental, todo pensamiento de la lógica humana, y siguió creyendo porque sabía en su corazón que lo que Dios había dicho se cumpliría
y llegaría a ser el padre de muchas naciones.

Aun cuando veas que no hay salida, debes confiar en lo que Dios te ha prometido.

Muchos pueden decir: «yo tengo fe», pero no todos pueden actuar en fe. Son dos cosas muy distintas.
Abraham actuó en fe porque tuvo una convicción de algo que no se veía, enfrentando problemas que a cualquier persona le podría generar ansiedad y desesperación.

2. Su cuerpo estaba como muerto (tenía casi cien años)

El cuerpo es lo que es, y por más que una persona quiera lucir joven, llega un momento en el que los achaques y los dolores la delatan.
Ahora imagínate tú a ese viejito, lleno de arrugas, de canas, pero manteniendo la esperanza de una promesa que había recibido.

¿Qué hizo Abraham? La Biblia dice que no se debilitó en la fe. Él reconocía su condición humana,
pero no dejó que sus emociones mataran el sueño y el propósito de Dios en su vida.

3. La esterilidad de la matriz de Sara

Para hacer el asunto más complicado aún, el problema no solo era de Abraham: su esposa tampoco calificaba para concebir un hijo.
Aun así, este hombre no vaciló, no dudó, no titubeó, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios.

Abraham creyó en la promesa de tener su descendencia y Dios lo bendijo. Quizás tu situación no sea igual,
pero tal vez te enfrentas a una imposibilidad financiera, una situación de salud, un problema familiar o ministerial,
o quizás sientes que tus sueños están sepultados y necesitas un milagro.

Hoy quiero pedirte que te levantes y le creas a Dios por encima de los pronósticos negativos.
Si Dios prometió que te iba a bendecir, aunque veas lo contrario, debes mantener en tu corazón esa esperanza,
porque ¡para nuestro Señor no hay nada imposible!

 

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