Liderazgo y Éxito en el Mundo Empresarial

Nuestro Creador nos ha dotado de grandes cualidades para liderar y alcanzar el éxito en todo lo que emprendamos. Sin embargo, es triste ver cómo muchas personas viven en la mediocridad, conformándose con menos, rehusándose a dar la milla extra.

El Señor confía en nuestro potencial, en los dones y talentos que Él ha depositado en cada uno de nosotros. Aun así, veo a muchos que se ahogan en un vaso de agua, quejándose de su trabajo, frustrados porque creen que su salario no les alcanza para una mejor calidad de vida, soportando abusos y burlas de empresarios sin escrúpulos que explotan a sus colaboradores. Veo a otros que simplemente no saben qué hacer con su vida, cuando en realidad Dios ya les ha dado talentos y habilidades para transformar no solo su propia realidad, sino también la de su comunidad, su país y aún el mundo.

Me inspira lo que dice Efesios 3:20:
“Y a aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros.”

Muchos no se imaginan el poder que Dios ha colocado dentro de ellos: la capacidad de ser grandes empresarios, de emprender proyectos con impacto, de generar ideas que bendigan a las naciones.

El conferencista y escritor Dr. Myles Munroe, dijo en una ocasión:
“Las ideas son más importantes que la gente, los edificios y el dinero, porque las ideas producen estas tres cosas.”
Cuando tenemos claridad de ideas, podemos alcanzar conquistas extraordinarias.

Emprender con valentía

Si hay algo a lo cual no debemos temer, es al no emprender. El miedo paraliza, pero la fe nos impulsa. Debemos tener agallas para arriesgarnos y atrevernos a poner en acción las ideas que Dios ha sembrado en nuestro corazón.

Nunca debemos despreciar ni subestimar la capacidad que Él nos ha dado. Como enseña Eclesiastés 9:10, todo lo que Dios nos mande a hacer, debemos hacerlo con excelencia, con pasión y con entrega, sin importar cuán grande o pequeña sea la tarea.

Empresarios con mentalidad de Reino

Creo firmemente que los creyentes estamos llamados a ser los empresarios más exitosos y justos. Hombres y mujeres que generen empleo, que aporten a la economía de sus naciones y que cumplan con sus tributos, demostrando integridad.

Pero hay quienes tienen miedo de formalizar su emprendimiento, otros se conforman con la mediocridad, y no pocos mantienen una mentalidad de escasez, cuando Dios ya nos ha dado libertad y capacidad para pensar y actuar con mentalidad de Reino.

Los hijos de Dios debemos prosperar, ser líderes de impacto y empresarios que trasciendan. Los nuevos edificios, negocios y plazas deben estar en manos de los justos, de hombres y mujeres íntegros, y no en las de quienes practican la corrupción o el pecado.

La Biblia lo declara claramente:
“El hombre bueno deja herencia a los hijos de sus hijos, pero la riqueza del pecador está reservada para el justo.”
(Proverbios 13:22).

El éxito se construye

El éxito en los negocios no llega por casualidad, sino que se construye con esfuerzo, disciplina, enfoque y dedicación. Significa trabajar con sabiduría, aprender a administrar, resistir la trampa del consumismo y tener la visión de que nuestro trabajo es también un acto de adoración a Dios.

El liderazgo empresarial con mentalidad de Reino no se trata solo de generar riquezas, sino de usar esas riquezas para bendecir, transformar y dejar un legado.

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